Oct 14, 2019
XXVIII Domingo
ordinario
Leccionario:
144
Primera
lectura: 2 Reyes 5,
14-17
En aquellos días, Naamán, el
general del ejército de Siria, que estaba leproso, se bañó siete
veces en el Jordán, como le había dicho Eliseo, el hombre de Dios,
y su carne quedó limpia como la de un niño.
Volvió con su comitiva a donde
estaba el hombre de Dios y se le presentó diciendo: "Ahora sé que
no hay más Dios que el de Israel. Te pido que aceptes estos regalos
de parte de tu siervo". Pero Eliseo contestó: "Juro por el Señor,
en cuya presencia estoy, que no aceptaré nada". Y por más que
Naamán insistía, Eliseo no aceptó nada.
Entonces Naamán le dijo: "Ya que te
niegas, concédeme al menos que me den unos sacos con tierra de este
lugar, los que puedan llevar un par de mulas. La usaré para
construir un altar al Señor, tu Dios, pues a ningún otro dios
volveré a ofrecer más sacrificios".
Segunda
lectura: 2 Tm 2,
8-13
Querido hermano: Recuerda siempre
que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los
muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio
sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de
Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los
elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la
salvación, y con ella, la gloria eterna.
Es verdad lo que decimos:
"Si morimos con él, viviremos con
él;
si nos mantenemos firmes, reinaremos
con él;
si lo negamos, él también nos
negará;
si le somos infieles, él permanece
fiel,
porque no puede contradecirse a sí
mismo".
Evangelio: Lc 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús
iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba
cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos,
los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús,
maestro, ten compasión de nosotros".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a
presentarse a los sacerdotes". Mientras iban de camino, quedaron
limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba
curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies
de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo
Jesús: "¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los
otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que
volviera para dar gloria a Dios?" Después le dijo al samaritano:
"Levántate y vete. Tu fe te ha salvado".